Shark es una serie que nos presenta la vida personal y profesional de Sebastian Stark (James Woods, Vampiros de John Carpenter), un carismático y extremadamente seguro de sí mismo abogado defensor, quien tras el resultado impactante e inesperado que tiene uno de sus casos, decide trasladar sus agresivas tácticas al otro lado de la abogacía: la oficina fiscal. Sus tres reglas son: un juicio es una guerra, la derrota es la muerte; la verdad es relativa, escoge una que te funcione; y en un juicio con jurado, sólo hay 12 opiniones que importan, y la tuya no es una de ellas.

Como director de la unidad criminal de la oficina del fiscal del distrito de Los Angeles, Stark se ve obligado a trabajar con su antigua oponente, Jessica Devlin (Jeri Ryan, Profesores de Boston), una ambiciosa fiscal con mucho talento, quien desprecia profundamente las agresivas y despiadadas estrategias de su nuevo compañero de trabajo. Devlin lo empareja con un grupo de jóvenes fiscales que están a punto de tener la mejor experiencia de aprendizaje de su vida, porque aunque Stark busca redimirse, no tiene intención de cambiar sus turbias formas de aproximarse a los casos, sólo porque ahora esté trabajando para "los chicos buenos".

Su equipo de jóvenes fiscales incluye a Casey Woodland (Samuel Page, Point Pleasant), un muchacho privilegiado muy arrogante en cuanto a sus habilidades como fiscal; Raina Troy (Sophina Brown), un reciente fichaje la oficina, uma mujer inteligente y dura en su trabajo; Martin Allende (Alexis Cruz, Stargate SG-1), un intelectual de la parte sur de Los Angeles; y la dinámica y enérgica Madeleine Poe (Sarah Carter, Smallville), quien se une al equipo para poder aprender de los mejores profesionales. Se trata de toda una experiencia de revelación para este grupo de abogados novatos, que empezarán a usar las infames y complejas tácticas de Stark en sus casos.

Con su hija de 16 años, Julie (Danielle Panabaker, Empire Falls), apoyándolo desde casa en todas las decisiones que toma en su vida, Stark debe demostrar que puede convertirse en todo un tiburón que puede jugar y ganar en el otro lado de la ley, igual que lo hacía antes desde el banco del abogado defensor.